Durante la II Guerra Mundial, las víctimas fueron llevadas a 'Centros de Confort' de los cuarteles militares.
Estas mujeres, que hoy tienen más de 80 años de edad, exigen a Japón una disculpa oficial desde 1991.
Gilwon Jade tiene 85 años pero no olvida lo que vivió cuando
tenía 12. En 1940, ella se encontraba junto a su hermano menor en una parada de
autobuses, cuando un grupo de hombres la secuestró sin otra explicación que la
guerra necesitaba trabajadoras. No volvió a ver a su familia nunca más.
A partir de allí vivió en primera persona uno de los
episodios más ocultos de la II Guerra Mundial: la prostitución de dos millares
de chicas entre 11 y 28 años que fueron obligadas a permanecer más de una
década en ‘Centros de Confort’, espacios que el propio gobierno sembró en los
cuarteles militares.
Hoy Gilwon saca fuerzas para vencer a un estado de salud
crítico que la persigue con empeño. Una fuerza heroica que duplica cada
miércoles, día en el que sin falta va junto a otras mujeres a la Embajada de
Japón en Seúl (Corea del Sur) para protestar y develar cómo fueron obligadas a
servir como esclavas sexuales para un promedio de 20 a 25 soldados cada día.
En estos “Centros de Confort”, las secuestradas explican que
vivieron atrocidades a las que muchas no lograron salir con vida. Otras
sufrieron operaciones o abortos clandestinos, ortodoxos, y todas fueron
drogadas, alcoholizadas y recibieron palizas indescriptibles cada vez que se
negaban a atender sexualmente a los soldados. De este infierno, muy pocas
sobrevivieron, pero son éstas quienes hoy sacan fortaleza para contarlo al
mundo entero.
El Consejo Coreano de Mujeres Esclavas Sexuales por
Militares Japoneses desde 1991 reúne a las víctimas sobrevivientes, a fin de
continuar con la exigencia de una disculpa oficial y la indemnización legal por
parte de Japón.