Si para cualquier ciudadano chino el 14 de diciembre fue una jornada emocionante, el ingeniero aeroespacial Ji Wu (Pekín, 1958) vivió el aterrizaje en la Luna de la nave no tripulada Chang'e-3 de forma particularmente intensa desde el Centro Nacional de Ciencia Espacial (NSSC, por sus siglas en inglés) que él dirige.
Para el gigante asiático fue un paso importante en su ambicioso programa espacial: «Ahora que estamos creciendo y somos la segunda economía del mundo, tenemos que hacer contribuciones a la ciencia. Nuestro programa espacial cada vez es mayor. Tenemos nuevas misiones y necesitamos nuevas personas que trabajen en él, así que estamos reclutando a muchos jóvenes para que se interesen por la tecnología y la ciencia», explica Ji Wu a EL MUNDO.