El encuentro de un neandertal y uno de los primeros humanos
no se dio en la Península Ibérica. Esa es la conclusión a la que se ha llegado.
Para datar restos prehistóricos hasta ahora se venía
utilizando el carbono 14, un isotopo radiactivo que con el paso de los años va
desapareciendo. Cuando han transcurrido unos 40.000 años, es decir,
aproximadamente el periodo de llegada de los primeros humanos a Europa, la
porción que queda es tan pequeña que se puede contaminar fácilmente y hacer que
las fechas parezcan más recientes.
Fue a partir de 2005
cuando se comenzó a aplicar una nueva técnica, la que se utiliza para purificar
el colágeno en pruebas de ADN. Con este método se consigue la porción de
materia orgánica original, desprendiendo toda la contaminación posterior.
Y, con esta nueva
técnica, en yacimientos clave de toda Europa los científicos van llegando a las
mismas conclusiones: "Vemos que la llegada de nuestra especie a Europa se
produjo unos 8.000 años antes de lo que se pensaba, y donde podemos ver las
dataciones más antiguas de nuestra especie y las más recientes del neandertal
vemos que, en un marco regional concreto, no hay superposición",
Tres cuevas españolas
Las tres cuevas elegidas para la investigación recién
publicada se encuentran en Girona (L'Arbreda), Gipuzkoa (Labeko Koba) y
Asturias (La Viña), es decir, en los extremos occidental y oriental de los
Pirineos, por donde se produce el flujo de poblaciones y animales entre la
península y el continente. "L'Arbreda está en el paso oriental; Labeko
Koba, en el valle del Deba, se encuentra en el pasillo de entrada por los
Pirineos Occidentales (Arrizabalaga e Iriarte la excavaron de urgencia en 1988
antes de que fuera destruida por la construcción de la variante de Arrasate) y
La Viña tiene el valor de paradigma, pues proporciona una secuencia magnífica
del Paleolítico Superior, es decir, del comportamiento técnico y cultural de los
cromañones durante la última glaciación", señala Arrizabalaga.
La selección de
restos fue muy estricta y solo se admitieron útiles elaborados con huesos o, en
su defecto, huesos con huellas claras de actividad humana, en general, con
marcas de descarnizado, es decir, de cortes en las zonas de los tendones para
retirar el músculo.
"La cueva de Labeko Koba es la más consistente de las
tres, que a la vez son las más consistentes de la Península Ibérica",
explica Arrizabalaga. En Labeko Koba se dataron 18 restos, y los resultados son
totalmente convergentes con respecto a su posición estratigráfica, es decir,
los que aparecieron en las capas más profundas son los más antiguos.
No se produjo hibridación en Europa Occidental
La conclusión principal —"la escena del encuentro de un
neandertal y un cromañón parece que no se dio en la Península Ibérica"— es
la misma a la que han ido llegando en los últimos tres años diferentes grupos de
investigación al estudiar asentamientos clave de Gran Bretaña, Italia, Alemania
y Francia.
Creemos que en Europa Occidental hay un lapso entre
neandertales y los primeros humanos"Durante 25 años hemos estado hablando
de que durante 8.000-10.000 años neandertales y los primeros humanos vivieron
juntos. Hoy creemos que en Europa Occidental hay un lapso entre unos y otros y,
por tanto, no se produjo la hibridación que en zonas como Oriente Próximo sí se
dio", explica Arrizabalaga. El profesor de la UPV/EHU es también coautor
de una investigación publicada en 2012 que retrasaba las dataciones de los
neandertales.
"CREEMOS QUE EN EUROPA OCCIDENTAL HAY UN LAPSO ENTRE NEANDERTALES
Y LOS PRIMER HUMANOS"
"Datamos de nuevo, de acuerdo con este tratamiento de
ultrafiltración que elimina la contaminación rejuvenecedora, restos del
Musteriense, la cultura material propia de los Neandertales, de yacimientos del
sur de la Península. En ellos se habían obtenido fechas muy recientes —hasta de
29.000 años—, pero las nuevas dataciones se van hasta 44.000 años, más antiguas
que las primeras fechas atribuibles a cromañones", explica el profesor de
la UPV/EHU.