martes, 26 de noviembre de 2013

Haga ejercicio, su cerebro se lo agradecerá

Nunca es tarde para empezar a ejercitar los músculos del cuerpo. Un grupo de investigadores recuerda que, además de mantener su físico a punto, también le ayudará a mejorar su memoria y su función cerebral. En vista de los resultados de su último estudio, publicado en'Journal Frontiers in Aging Neuroscience', animan a la población, sea cual sea su edad, a dar pedales en la bicicleta o a apuntarse a clases de baile.
Aunque en los últimos años la literatura científica ya se ha hecho eco de los beneficios del movimiento corporal en la cognición, aún se desconoce el mecanismo que subyace en dicha asociación. En un intento por descubrirlo, un equipo de expertos de la Universidad de Texas (Dallas, EEUU) ha seguido a 37 adultos sanos y sedentarios (cuyas edades oscilaban entre los 57 y los 75 años). A la mitad de ellos se les sometió a un entrenamiento de ejercicio aeróbico sobre una bicicleta estática o una cinta mecánica para andar. Lo hacían con supervisión durante una hora tres veces por semana durante tres meses.
Ilustración de EL MUNDO
Además de vigilar su corazón a lo largo del entrenamiento, los investigadores midieron, antes, durante y después del ensayo, su flujo sanguíneo cerebral. Y aquí está el quid que diferencia su trabajo de los anteriores. A través de resonancia magnética pudieron comprobar en los participantes activos, en comparación con los sedentarios, "un aumento de este flujo en una de las regiones clave de la cognición, el área singular anterior", argumenta Sina Aslan, una de las autoras del estudio. Este incremento de flujo sanguíneo "indica mayor actividad neuronal y mayor tasa de metabolismo cerebral".
Quienes hacían deporte mostraron mejores capacidades de memoria y niveles más altos de flujo sanguíneo cerebral en el área singular anterior. Mediante la resonancia magnética, señala Sandra Bond Chapman, responsable de la investigación, "observamos cambios en el cerebro antes de que se vieran avances en la memoria, lo que implica que el flujo de la sangre del cerebro podría posicionarse como un prometedor y sensible indicador de salud cerebral".