La muerte del actor Philip Seymour Hoffman por una supuestasobredosis de heroína pone de relieve el resurgimiento de esta droga en los últimos años en EEUU. Dicen los expertos que una oferta cada vez mayor, y a bajos precios, de los países latinoamericanos y la creciente dificultad para acceder a fármacos opiáceos con receta, impulsan a muchos de los adictos a volver a alternativas antiguas como en este caso la heroína.
Según los últimos datos (del pasado mes de agosto) que ofrecía la Agencia de Abuso de Sustancias y Servicios Mentales de EEUU (Samhsa), en 2012, 669.000 personas reconocían su dependencia de la heroína, lo que supone un crecimiento de aproximadamente un 80% (en 2003 eran 373.000 las personas dependientes de esta droga).
Y aún más. Las estadísticas más recientes, procedentes del Centro de Control y Prevención de Enfermedades (CDC) afirman que las muertes por sobredosis de esta sustancia aumentaron entre el año 2000 y 2010 más de un 55%, hasta llegar a las 3.094.
A diferencia del auge del consumo de heroína que hubo entre los años 60 y 80, que se concentraba especialmente en los centros urbanos, la epidemia actual está afectando a los suburbios y las zonas rurales. "La heroína no tiene fronteras geográficas ni demográficas", subraya en la edición digital del Wall Street Journal, Rusty Payne, portavoz en Washington. "Toca a casi todos los segmentos de la sociedad".
Un factor que impulsa el reencuentro con la heroína es el coste de los fármacos opiáceos que se prescriben para el tratamiento de las personas adictas a la heroína. "Son demasiado caros o poco accesibles", apunta Gil Kerlikowske, el director de la Oficina de Política Nacional para el control de drogas de la Casa Blanca.